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Donde va, triunfa |
No, no hablo de mí. Algunos quizá os acordéis de una serie
de anuncios de la cerveza San Miguel que giraban en torno a ese slogan. Yo
pensé que eso era simplemente una ocurrencia publicitaria hasta que llegué a
Nepal en el año 2002.
En el viaje que comentaba en la entrada anterior aterrizamos
en Katmandú. Al llegar al bar del hotel donde nos alojábamos me preguntaron si
quería tomar una San Miguel y yo pensé: en estos hoteles internacionales deben
tener cervezas de todo el mundo y, como saben que soy española, quieren
lucirse, pero preferí alguna bebida más autóctona. Al ir al restaurante noté que
algunos comensales extranjeros estaban cenando pizza, pasta, filetes con patatas
frítas… y yo pensé: ¿Quién viaja al otro lado del mundo para comer lo que mismo
que pueden comer en su ciudad? Así que yo pedí un thali, una bandeja circular
con pequeñas porciones de distintos currys.
De Katmandú viajamos a Pokhara, donde nos tuvimos que quedar
un día más de la cuenta porque la guerrilla maoísta había declarado un día de
huelga nacional. Eso implicaba que el país se paralizada por completo y estaban
totalmente prohibidos los desplazamientos, so pena de cabrear a unos
guerrilleros que no se andaban con tonterías. La guerrilla tenía bastante
presencia en la zona rural donde nos íbamos a mover. De hecho, nosotros
teníamos que llamar cada día a la oficina en Katmandú para confirmar que
estábamos bien y nos dieron un teléfono satelital para utilizar en caso de que
nos encontráramos en algún lugar sin teléfono fijo o cobertura de móvil.
Para llegar al pueblo en el que nos íbamos a alojar durante
unos días, tuvimos que abandonar la carretera y desplazarnos siguiendo el cauce
de un rio, cuyas aguas cruzamos en el 4x4 varias veces. Eso fue posible porque
en esa estación el rio no llevaba mucha agua, pero cuando bajaba mucho caudal
la zona solo era accesible a pie. Estaba en una zona que ellos denominan de colinas.
Supongo que en un país con varios ochomiles, como el Annapurna, que vi de
lejos, eso son colinas; en cualquier otro, son montañas, y de las altas. Pues en ese pueblo
perdido en las colinas nepalís, me
encontré un anuncio de San Miguel y me enteré de que era una de las cervezas
más populares de Nepal, que se produce con licencia en el país. En esa zona pasamos alrededor de una semana, desayunando,
comiendo y cenando arroz y curry vegetariano. Cuando regresé al hotel en
Katmandú me comí un buen filete que bajé con una San Miguel fresquita, seguramente
bajo la mirada de desaprobación de algún recién llegado.