lunes, 15 de enero de 2018

Navidad lejos de la familia

Comensales navideños
A finales del año 2002 viajé por primera vez a Asia para hacer un trabajo de consultoría durante un par de meses con el objetivo de evaluar un programa del PNUD en varios países. Viajé con Ruhi, mi amiga y colega de la India a la que conocía de Oxford y nuestra primera parada fue en Nepal. Allí nos separamos, yo me dirigí a Bangladesh y Maldivas y ella a Pakistán y Sri Lanka, para luego volvernos a encontrar en India. Como el viaje comenzó a mediados de diciembre, eso significaba que iba a pasar las Navidades lejos de la familia. Aunque yo ya había estado viviendo varios años en Inglaterra, siempre regresaba a casa para pasar esos días con la familia. Así es que sabía que me iba a sentir un poco extraña; más aún teniendo en cuenta que la iba a pasar en un país cuya religión oficial es el hinduismo y donde, por tanto, no viven la Navidad de una manera especial. Ruhi también lo sabía.

Antes de salir de Inglaterra, Ruhi, que es musulmana, me había estado preguntando cómo solía celebrar la Navidad, qué comíamos, etc. Yo se lo había contado, pero, como con tantas otras conversaciones que compartimos, no pensé que podía haber ninguna intención detrás de sus preguntas. El día de Nochebuena nos encontrábamos en Pokhara, en el centro de Nepal. Ruhi rebuscó en su equipaje y sacó un paquete de “marzipan”, parecido a nuestro mazapán pero con forma de frutas, y otro de “nougat”, parecido a nuestro turrón duro pero algo más correoso.  Dulces sus regalos y aún más dulce ella.

Esa noche mis compañeros de cena fueron Ruhi y los miembros del equipo nepalí que estaba implementando el proyecto. Una musulmana y tres hindús. El plato principal fue un curry, pero compartiendo los postres que Ruhi me había traído y hablando con ellos sobre lo que esas fechas significan para mí, se convirtió en un auténtico menú navideño.

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