Os cuento cómo fue mi llegada. Volé con un par de compañeras de Bilbao a Frankfurt y desde allí, tras varias horas de escala, a Mumbai (la antigua Bombay), donde llegamos a eso de las dos de la mañana. Tras aterrizar cogimos un taxi para trasladarnos a la estación de trenes. Allí creo que llegó el primer momento de verdadero impacto porque en el trayecto, como era de noche, no pudimos ver gran cosa. Cuando llegamos a la estación el suelo de la entrada estaba ocupado por un montón de gente que estaba durmiendo. A mí eso me impresionó mucho porque supongo que asocio el dormir en la calle con el no tener hogar, pero luego me he dado cuenta que para mucha gente de la India es algo absolutamente normal: llegan a la estación de noche, tienen que esperar y se ponen tranquilamente a dormir. Dormir en el suelo (o en la repisa de una ventana) les resulta tan cómodo como dormir en una cama y parece no preocuparles la falta de intimidad.


Después del viaje en tren (en el que servían desayuno como en los aviones pero que no pudimos disfrutar porque nos pasamos casi todo el trayecto durmiendo) llegamos a Surat, donde nos vinieron a buscar para ir en jeep a Vyara, donde yo voy a vivir. De Surat no vimos mucho, pero me pareció un poco apabullante: un montón de gente, de motos, de rickshaws,… Así es que me resultó mucho más agradable la llegada a Vyara. Pero de Vyara ya os hablaré otro día, ¡que no quiero que se me agoten los temas para el blog!